Otoño e invierno de 1988-89
Comarca de Talavera (Toledo)
Picogordo en el aguadero de la Fuente de la Garrapata |
Escondite en la finca La Orbiga, cerca de Talavera |
Por aquellos años, el trío Foto-Ardeidas nos empezamos a especializar en la fotografía de pájaros en los aguaderos, rincones situados en lugares estratégicos donde las aves acudían muy a menudo a beber y/o bañarse. Generalmente se trataban de pequeños arroyos, regatos y fuentes, puntos de agua mas o menos aislados en su entorno natural y por tanto, muy querenciosos para ellas. La época ideal empezaba en otoño, cuando fringílidos, currucas, mosquiteros, herrerillos... se mostraban ya con plumajes flamantes, después de la muda del final del estío.
Antes
de instalar el escondite en el aguadero (el típico hide artesanal y casero, de
tela, forrado con vegetación natural), éste
era sometido a un exhaustivo protocolo. Contando con el
permiso de la propiedad, se realizaba la obligada indagación para ver qué especies de aves acudían, las cagaditas de los pájaros esparcidas por
orilla y cantorrera era la mejor señal
de que allí había fotos.
Verdecillos |
Para
que la fauna se acostumbrase, el escondite permanecía varios días en el lugar
antes de ser utilizado. Y el mismo día de la sesión fotográfica era fundamental
poner en práctica un viejo truco
aprendido de los “pajareros” (no fotógrafos precisamente) para obligar a las
aves a ir a una zona determinada, justo delante del escondite, vamos, que no
tuvieran más remedio que beber y/o asearse delante de nuestras narices.
Consistía en tapar meticulosamente
con vegetación cortada del entorno toda superficie de agua y orilla (sobre todo
con cagaditas) que quedara fuera del foco de la cámara. Así conseguíamos una
efectividad cercana al 100%. Además, dábamos rienda suelta a nuestra
imaginación, a nuestro espíritu de artistas, adornando el escenario
con frutos y bayas de vivos colores, con
ramitas y piedrecitas para que se posaran... el arte de la fotografía. ¡Ah!, y si había sombra, con dos flashes laterales, a veces
camuflados fuera del escondite, se conseguía rayar la perfección con la iluminación,
aunque los resultados no los viésemos varios días después (os recuerdo que en
1989 todavía no estaba la foto digital).
Hide en la fuente de la Garrapata con dos flashes exteriores camuflados. |
Estábamos
tan ricamente fotografiando a los pájaros cuando unos pasos se detuvieron en la
entrada del hide e inmediatamente asomamos las cabezas (mi hermano y yo) tras
la bajada de cremallera para identificar al fisgón. Román se dio un
susto de muerte, pero
disimuló: ¿que hacen ustedes aquí? De inmediato procedió a hacer un nervioso
reconocimiento exterior alrededor del escondite
para descubrir artilugios tan sospechosos y de dudosa función como
flashes y objetivos. Aquello debió ser superior para sus entendederas: ¡salgan
inmediatamente, aquí fuera¡ Como era autoridad de la Junta de Comunidades,
obedecimos. Somos fotógrafos y ornitólogos, estamos haciendo fotos
a las aves..., nos justificamos.
Lo de fotógrafos debió entenderlo, pero lo de “ornitólogos”... Román se asomó
(observándonos de reojo) al interior del escondite para descubrir dos magnas mochilas (estos son terroristas, debió pensar)
y nos invitó a que abriéramos las mismas (estuvo a punto de cachearnos). Era
autoridad, pero aquello era demasiado. Lo siguiente fue una acalorada discusión con alguna palabra
subida de tono reprobando su actitud, sin duda, fuera de lugar. Al final la
sangre no llegó al río y le enseñamos lo que tenían las mochilas: objetivos,
cables, pilas, flashes... en fin, lo que tiene la mochila de un fotógrafo de
naturaleza. Incluso le mostramos los permisos
expedidos por la administración que nos permitía ejercer esa actividad. Ya
todos más calmados le explicamos al detalle nuestra labor en aquel secreto
lugar. Román se quedó tranquilo, se fue y nosotros nos
quedamos con cara de incredulidad, y con una jornada fotográfica al garete.
No
esperamos ni un día para contactar con
técnicos conocidos de la
Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha para contarles
nuestra experiencia con semejante funcionario. No os preocupéis, es un buen
guarda, aunque con algo de carácter y muy desconfiado. Ya hablaremos con
él... nos tranquilizaron.
Sí
que debieron de hablar con él, y debieron ponerle algo firme porque hubo otros
encuentros con Román donde reinó la confianza y el buen rollo, lo que no evitó
que nos jodiera otra jornada fotográfica. Vean.
Herrerillo Común |
Papamoscas Cerrojillo |
Escondite para grullas en el embalse de Navalcán |
Grullas en Navalcán, una, bañándose, antes de la llegada de Román |
Grullas adulta y joven cuando detectaron en Land Rover |