miércoles, 7 de septiembre de 2011

los abejarucos de La Orbiga

Julio de 1983
Finca La Orbiga, Talavera de la Reina.

El río Tajo desde las barrancas de La Orbiga
Fuimos unos privilegiados en esta finca talaverana, junto al río Tajo, con sus barrancas y sotos fluviales, llanuras de secano y bravío  monte mediterráneo. Teníamos el beneplácito de los dueños para andar por La Orbiga con  libertad. Allí, los socios de Ardeidas, empezamos a salir en serio al campo, a estudiar una inolvidable colonia de milanos negros, a disfrutar de sus paisajes montaraces... ¡cuánto aprendimos escuchando al señor Miguel, el guarda, junto a la chimenea de su casa!
            En el verano de 1983 se planteó el reto de fotografiar abejarucos, hermosas aves que cada primavera vienen desde África, animados por la reciente amistad con Pedro Estévez, un peluquero enamorado de la fotografía y la naturaleza, Vicente Machuca, mi hermano y yo completamos el equipo naturalista.


            El escondite, de auténtica lona de camuflaje, era de Pedro y se instaló junto a la pequeña colonia de abejarucos situada en los cortados arenosos que se originaron al crear una lagunilla, también frecuentada por chorlitejos y andarríos, en los terrenos llanos de la finca. Se consiguieron instantáneas de las aves multicolores posadas en las terreras y algunas secuencias (mejorables) en vuelo, cuando entraban o salían del nido.

Abejaruco saliendo del nido

Abejaruco entrando al nido
            Pero la cosa no quedó ahí, imitando los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente, pretendíamos sumergirnos en la más absoluta intimidad de los abejarucos y para ello excavamos en la tierra hasta dar con el interior de uno de los túneles horadados en la tierra por estas aves, que terminaban en la cámara de nidificación. El experimento fue complicado, laborioso y al final no resultó; tras una sesión fotográfica tuvo que restaurarse el cortado arenoso para que la crianza de los pollos, ya grandecitos, siguiera su curso normal. En esta sesión, uno de los adultos se salió del túnel para caerse a los pies de los fotógrafos. Este pequeño accidente tuvo su recompensa porque momentos antes de darle la libertad fotografié su cabeza multicolor con sus bellísimos ojos rojos, fotografía que seleccioné dos años más tarde para participar por primera vez en un concurso fotográfico, el prestigioso concurso Fotonatura de la revista Natura, por entonces toda una referencia para el mundo naturalista español.
            Cual fue mi sorpresa cuando en el nº 28 de la revista, correspondiente al mes de julio de 1985 apareció mi “Cabeza multicolor” publicada (cámara Ricoh, objetivo de 50 mm y película Kodachrome 64) junto a otra foto de Pedro que también fue seleccionada.


"Cabeza multicolor"


Leyendo el Natura nº 28

Mi foto en el Fotonatura de julio 1985

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