domingo, 25 de septiembre de 2011

el águila culebrera de Postoloboso

 Julio de 1985
Entorno del embalse de Rosarito (Ávila).

Como consecuencia de la crónica anterior, José Luis González Grande nos invitó a fotografiar un nido de águila culebrera que tenía preparado en “sus dominios”. Éste se situaba en un gran pino del entorno del embalse de Rosarito (Toledo-Ávila), en la finca Postoloboso.

Yo en el hide
José Luis en el hide


















La culebrera con su polluelo
Momentos antes de la ceba
Un de los adultos cerca del nido

Los ojos de este águila son especialmente llamativos


Los recuerdos y los detalles, después de tantos años, se van perdiendo en la memoria, lo que me perdura es que supuso toda una nueva y emocionante experiencia porque, por primera vez tuve que encaramarme a más de 4 m de altura para fotografiar a las bellas rapaces dentro de un pequeño escondite soportado por una estructura metálica. Desde el amanecer y tras una larga espera, las imágenes obtenidas no fueron numerosas, pero me impactó el poder espiar desde escasos metros a estas aves increíbles, con la cabeza adornada por unos hermosos y penetrantes ojos amarillos, mostrándonos su más llamativo comportamiento cuando alimentaba a su único progenitor con una culebra que cazó y transportó en el buche y que luego regurgitó, enterita, ante nuestros atónitos ojos.   
José Luis fue un año antes coautor (junto con José Luis Rodríguez y Luis Cuaresma, a quienes conocería años más tarde) de uno de los libros inolvidables de mi juventud, “Monfragüe, Sierra Brava”, lleno de espléndidas fotografías, dibujos, y un texto magistral. Un libro que él mismo me entregó en esta sesión fotográfica de las culebreras y que conservo con orgullo, dedicado con su puño y letra.
Empezaba a gestarse el sueño de poder realizar, algún día, una publicación parecida.


domingo, 18 de septiembre de 2011

la colonia de garcillas de Las Herencias

Primavera de 1985
Embalse de Azután, río Tajo.

Las atractivas colonias de cría de garcetas comunes, martinetes y, sobre todo, garcillas bueyeras, con más de mil nidos y  ubicadas en el pueblo de Las Herencias, a orillas del Tajo, siempre fueron objeto de censos y estudios por parte de miembros de la Asociación Ardeidas. Quizá por esta fascinación hacia las garzas, que pertenecían a la familia de las “Ardeidas”, fue fácil encontrar un nombre para la incipiente asociación ornitológica, pionera en Talavera y en Castilla-La Mancha, creada 7 años atrás y hasta hoy en plena actividad.

Entorno de las colonias de cría, río Tajo
            En 1985 llegó la hora de realizar un reportaje fotográfico sobre tan magníficas especies; hacía poco que Fernando Cámara, mi hermano José Luis y yo, animados por la afición a la naturaleza y a la fotografía, comenzábamos a gestar lo que algunos años más tarde sería la agencia fotográfica Foto-Ardeidas. En esta época, Vicente G. Canseco fue otro “pajarero” que andaba con nosotros, pero más tarde tomaríamos caminos semejantes pero separados.
El recuerdo de esta pequeña aventura con las garcillas, hace ya más de 25 años, fue el inicio de una fructífera amistad con un “números uno” de los fotógrafos de naturaleza españoles, José Luis González Grande. Fernando tuvo la suerte de contactar con José Luis en Candeleda, su pueblo natal al que acudía con frecuencia desde Madrid para desarrollar buena parte de su trabajo profesional con la vida salvaje en la cercana Sierra de Gredos y el Valle del Tiétar. Tras algunas visitas a Candeleda, pronto se forjó una buena amistad y la invitación a que conociera nuestras colonias de garzas de Las Herencias, donde seguro podría conseguir buenas y numerosas imágenes. Nosotros, aún, carecíamos de infraestructuras necesarias para abordar un reportaje fotográfico sobre animales salvajes, pero José Luís, como profesional que era, disponía de escondite, torre metálica, zodiac... (alguno de nosotros realizó las fotografías con un teleobjetivo prestado).


Preparando la aventura. De izda. a dcha.: Jesús, 
primo de G.Grande (de espaldas), Jóse Luís  G. Grande,
 Fernando, José Luis y Vicente. El autor hizo la foto.

Fernando junto al "hide"

El evento no se hizo esperar, en esa misma primavera de 1985 abordamos la aventura en la que intervinieron amigos comunes (ver foto adjunta). El traslado en barca de estructuras metálicas, tablas, escondite de tela y el delicado material fotográfico y óptico hasta llegar a la isla donde se ubicaban las colonias fue una experiencia tan “de película” que sería el inicio de una actividad que nos llenaría de satisfacciones y a la que dedicaríamos, en equipo, la casi totalidad de nuestro tiempo libre.
            Una vez dentro de la colonia, entre el bullicio anárquico de miles de aves sobrevolando nuestra cabezas y los desagradables bombardeos de alimentos semidigeridos que los polluelos de garzas nos lanzaban desde las ramas por considerarnos intrusos, conseguimos instalar el escondite en el lugar elegido. Desde su interior, una vez ocultos, todo volvía a una tensa calma y por las ventanas descubrimos comportamientos asombrosos, cebas y disputas en los numerosos nidos que teníamos a pocos metros.




Algunas fotos que se realizaron de garcilla bueyera 

Las fotografías  por nuestra parte, no fueron muy abundantes y la calidad conseguida fue la normal en unos fotógrafos novatos en  aves salvajes. Nuestro invitado profesional, sí sacó buenos resultados.
Las largas horas pasadas en el “hide” repartidas en varios días, fueron inolvidables. Como inolvidable fue la celebración una vez finalizada la aventura fotográfica, pues José Luis González Grande se comprometió a llevarnos a hacer fotos a “su territorio”. Recuerdo unas buenas bandejas de conejo al ajillo y pollo asado, cañas y vinitos, especialidades del kiosko de Miliki, en La Presilla, junto al Puente Romano de nuestro río Tajo.  


miércoles, 7 de septiembre de 2011

los abejarucos de La Orbiga

Julio de 1983
Finca La Orbiga, Talavera de la Reina.

El río Tajo desde las barrancas de La Orbiga
Fuimos unos privilegiados en esta finca talaverana, junto al río Tajo, con sus barrancas y sotos fluviales, llanuras de secano y bravío  monte mediterráneo. Teníamos el beneplácito de los dueños para andar por La Orbiga con  libertad. Allí, los socios de Ardeidas, empezamos a salir en serio al campo, a estudiar una inolvidable colonia de milanos negros, a disfrutar de sus paisajes montaraces... ¡cuánto aprendimos escuchando al señor Miguel, el guarda, junto a la chimenea de su casa!
            En el verano de 1983 se planteó el reto de fotografiar abejarucos, hermosas aves que cada primavera vienen desde África, animados por la reciente amistad con Pedro Estévez, un peluquero enamorado de la fotografía y la naturaleza, Vicente Machuca, mi hermano y yo completamos el equipo naturalista.


            El escondite, de auténtica lona de camuflaje, era de Pedro y se instaló junto a la pequeña colonia de abejarucos situada en los cortados arenosos que se originaron al crear una lagunilla, también frecuentada por chorlitejos y andarríos, en los terrenos llanos de la finca. Se consiguieron instantáneas de las aves multicolores posadas en las terreras y algunas secuencias (mejorables) en vuelo, cuando entraban o salían del nido.

Abejaruco saliendo del nido

Abejaruco entrando al nido
            Pero la cosa no quedó ahí, imitando los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente, pretendíamos sumergirnos en la más absoluta intimidad de los abejarucos y para ello excavamos en la tierra hasta dar con el interior de uno de los túneles horadados en la tierra por estas aves, que terminaban en la cámara de nidificación. El experimento fue complicado, laborioso y al final no resultó; tras una sesión fotográfica tuvo que restaurarse el cortado arenoso para que la crianza de los pollos, ya grandecitos, siguiera su curso normal. En esta sesión, uno de los adultos se salió del túnel para caerse a los pies de los fotógrafos. Este pequeño accidente tuvo su recompensa porque momentos antes de darle la libertad fotografié su cabeza multicolor con sus bellísimos ojos rojos, fotografía que seleccioné dos años más tarde para participar por primera vez en un concurso fotográfico, el prestigioso concurso Fotonatura de la revista Natura, por entonces toda una referencia para el mundo naturalista español.
            Cual fue mi sorpresa cuando en el nº 28 de la revista, correspondiente al mes de julio de 1985 apareció mi “Cabeza multicolor” publicada (cámara Ricoh, objetivo de 50 mm y película Kodachrome 64) junto a otra foto de Pedro que también fue seleccionada.


"Cabeza multicolor"


Leyendo el Natura nº 28

Mi foto en el Fotonatura de julio 1985